Las obras recogidas en la exposición individual El hombre menguante celebrada en la Sala de la Universitat de Valencia en 1996 fueron realizadas durante una estancia en la ciudad de Nueva York durante el verano de 1995 e inician un método de trabajo centrado en series definidas de modo cerrado, de modo que, incluso, es sugerido un determinado recorrido de lectura de las obras.
En este caso, la serie se centró en el tratamiento de la figura humana, sometida a distintas alteraciones de escala, tal como sugería el título de la exposición, con el fin de lograr imágenes que pretendían ilustrar la condición humana. Una condición humana entendida como oscilación entre lo personal y lo colectivo, como búsqueda por parte del individuo de un lugar en el entorno social.
Desde el punto de vista formal, los cuadros combinaban recursos cercanos a la ilustración gráfica, por su voluntaria concisión y por su énfasis en la composición, con la introducción de diversos indicios -líneas de fuga, el modelado de las formas- que provocaran la percepción de la tridimensionalidad espacial. El resultado fueron imágenes que representaban, por una parte, a la humanidad vista como proyecto colectivo que siempre se nos acaba presentando como fracasado y, por otro, al hombre en su desvalimiento y desorientación. Estas dos tendencias se recogían en esta exposición llevadas a sus últimas consecuencias: una desesperanza teoría pintada para lo social y la visión del hombre aislado en su última luz.